Septiembre nos da la oportunidad de revisar todo lo que nos gustaría hacer o dejar de hacer
Ya hemos vuelto de las vacaciones, los días de descanso, de noches más largas, de besos cerca del mar, de risas en las terrazas, de lecturas relajadas, de olor de helados y de fresca. La vuelta a la rutina siempre lleva alguna novedad, viene cargada de buenos propósitos. Ya que no acabamos de conseguirlo en enero, septiembre nos da la oportunidad de revisar todo lo que nos gustaría hacer o dejar de hacer: aprender a bailar swing, practicar deporte, mejorar el inglés; o bien dejar de fumar, salir antes del trabajo ...
Y nos llega el día a día y como seres de costumbres, volvemos a repetir rápidamente las rutinas anteriores. Cambiar los hábitos es cuestión de voluntad y de tomar conciencia, pero no todo depende de nosotros. Vivimos en una sociedad que se ha empeñado en alargar las jornadas de responsabilidades y reducir el tiempo de descanso y de juego. Cataluña tiene una media de 40,3 horas de jornada laboral (en contraposición de las 33 horas de Holanda) y los horarios menos flexibles de Europa (sólo Portugal nos supera) lo que conlleva menos productividad.
La iniciativa de la Reforma Horaria, en la que nuestra ciudad, Sant Cugat, está adherida, tiene como objetivo incidir en una nueva cultura del tiempo; porque no se trata únicamente de reorganizar los tiempos de vida, se trata de desacelerar y volver a la esencia, de vivir unos tiempos más humanos. Dejar de correr por inercia y malentendida competitividad, esponjar la agenda, aprender a decir no con la misma serenidad y felicidad que cuando, hace sólo unos días, mirábamos al mar.
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