"Desacelerar o el arte de ir a un ritmo más pausado"

La revista Tot Sant Cugat, publica un artículo de la socióloga Blanca Moreno.

Esta semana, una compañera de ADE Vallés me ha confesado que cada día se levantaba más temprano porque no tenía tiempo para hacer nada. Tenía siempre correos por contestar, mensajes de teléfono, reuniones superpuestas, revisiones de textos... me lo explicaba con una respiración alta y entrecortada. Después de convencerla de que podíamos hablar sentadas en vez de hacerlo de pie, le recordé que su angustia no procedía de la falta de tiempo, sino de una mejor planificación, de la calma y sobre todo, de priorizar aquello que es importante.

Porque ella, como otras personas, tiene el que ya en la década de los 80 el norte americano Dr. Larry Dossey llamó la enfermedad del tiempo. Es decir, la nefasta sensación de que el tiempo se termina y se tiene que correr más. Todo rápido, con velocidad, engullendo trabajos, familia, deportes, amores, relaciones, comidas, viajes, redes sociales, noticias. Sin digerir, sin dar tiempo al propio tiempo.

A veces observo cuando cojo el ferrocarril la cantidad de personas que corren para después pararse para nada: un uso no racional del tiempo y de la energía en pro de una cultura de la velocidad que lejos nos deja de la reflexión, de la calma y del gozo pausado.

¿Qué precio estamos pagando por esta enfermedad del tiempo? Porque una sociedad que corre sin rumbo es una sociedad necesariamente superficial, acrítica, fácilmente moldeable y sobretodo, cansada y estresada. Es en lo cotidiano donde las sociedades se construyen y es en el día a día que podemos desacelerar e ir a un ritmo más pausado, para sintonizarnos interiormente con lo que verdaderamente queremos vivir y queremos experimentar.

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